Adrien Dusilence es un pensador visual que ha elaborado sus obras en solitario y al margen de la influencia del entorno artístico. Desconectado del exterior, ha creado su propio universo, que define como una turbulenta búsqueda del sentido de la vida, la existencia, el porqué y el yo. Esto se ha traducido en miles de dibujos que no son más que reflexiones sobre el ser humano enfrentado a sí mismo y su lugar en un mundo deshumanizado.
El ser humano aparece representado en cada obra completamente desnudo, como si debiera abandonar este mundo para enfrentarse a la muerte y a la autenticidad de las cosas. La ausencia de ropa simboliza también la falta de inteligencia cartesiana. Y, a través de esta ausencia de lógica, se percibe en cada dibujo una microdosis de verdad, fuera de la realidad engañosa en la que vivimos.
Tocado por una forma de autismo desde joven, el dibujo era su principal medio de comunicación. Hoy utiliza sus lápices para romper su burbuja y compartir con los demás su mirada sobre el mundo.
"Viviendo en mi burbuja de autismo, me desconecté del mundo para hacer un pacto con el silencio: Vendí mi alma al papel".
Cuando era niño, viví un evento profundamente trágico y cercano a la muerte, pero que, curiosamente, despertó en mí un sentimiento místico y espiritual que se ha impregnado en mis dibujos hasta el día de hoy.
Actualmente, el arte es para mí una verdadera pasión o incluso un estilo de vida. Dedico mucho tiempo a dibujar, y eso le da sentido a mi vida.
Hacer caer las máscaras...
“ El arte emocional no sólo expresa la mal de ser interior, sino también la felicidad absoluta por la pérdida del “yo” del artista.
Razón del arte...
El arte comprometido (que denuncia) puede percibirse como una lucha constante, a veces sin efectos inmediatos, lo que puede conducir a una forma de frustración. Además, una gran parte de la población es consciente de las injusticias, pero el confort o el desesperanzamiento les impide actuar.
El arte espiritual o universal, por otro lado, tiene el poder de abrir puertas interiores, de sembrar semillas de transformación personal que, a largo plazo, pueden tener repercusiones colectivas. Además, si esta forma de arte estuviera más integrada en la educación, las políticas públicas y la vida cotidiana, podría ser una palanca poderosa para guiar a la humanidad hacia una realidad más consciente y espiritual. Esto acercaría las fuerzas opuestas de los más desfavorecidos, que a menudo encarnan la sabiduría del corazón, a las élites más poderosas, a menudo acusadas de insensibilidad. Unir estas polaridades podría convertirse en un puente hacia una humanidad más consciente y alineada con valores universales. Esto requeriría un cambio sistémico para que el arte deje de ser solo una herramienta de entretenimiento o prestigio y se convierta en un verdadero vector de conciencia. Sin embargo, esto exigiría una voluntad colectiva y una valorización del arte como herramienta de transformación social y personal.
La vie est une guerre. Et si vous ne me croyez pas, regardez en vous… Des millions de micro-organismes luttent chaque jour contre notre corps. Aussi pacifique qu’un arbre ou une plante puisse paraître, si l’on place une orange à côté d’une fraise, le processus de pourriture s’accélère par dix. La bataille continue. Tout comme chez les êtres humains. D’ailleurs, nous avons gagné la guerre : aujourd'hui, il ne reste presque plus d’insectes en Europe. Nous menons la guerre de la même manière qu’un micro-organisme dans notre corps, sans neurones. Pourrions-nous alors être plus intelligent qu'un microbe? C'est-à-dire qu'il y a une grande différence entre intelligence et survie. La méditation profonde, la spiritualité et la sagesse sont les premiers pas vers le véritable développement de l’intelligence. Avoir un QI de 180 et finir millionnaire dans un château luxueux, ce n’est que de la survie. L'intelligence n'est ni génétique ni innée, elle se développe. Elle est donc en chacun de nous. Si nous le voulions…